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  • Designation: Reportero

Por: Natalia Matamoros

/// Con apenas dos pantalones, un par de camisas y dos pares de zapatos, Héctor Guarepo llegó a la ciudad de Mérida en México. Las pocas prendas de vestir iban acompañadas de un maletín repleto de sueños y de actitud para emprender un nuevo camino.

Su familia, sus amigos y su trabajo se quedaron en Venezuela, un país que en otra época era considerado el territorio de lo posible y que ahora solo puede ofrecer en abundancia hambre, miseria e inseguridad.

En su tierra natal Héctor oriundo de Barcelona trabajó como reportero en la Televisora de Oriente que fue comprada por empresarios vinculados al régimen de Nicolás Maduro. Al ver que no tenía libertad par denunciar las arbitrariedades del gobierno, él renunció y posteriormente se desempeñó durante un tiempo como gerente de Comunicaciones y Marketing en una fábrica de yeso.

La situación del país lo asfixiaba, lo agobiaba. Quería cambiar de ambiente, quería vivir en un lugar tranquilo, que le ofreciera el futuro que su patria le negaba. Un amigo mexicano le tendió la mano. Le dijo: vente para Mérida para que trabajes en los negocios de mi familia.

Sin pensarlo mucho aceptó la propuesta. El dinero de la liquidación de sus trabajos anteriores, lo invirtió en la compra del pasaje y en marzo de 2017 voló a la Ciudad de México. Al pisar suelo azteca, un funcionario de migración lo retuvo. Estuvo a punto de que lo regresaran porque no tenía pasaje de retorno. Por equivocación estaba en poder de una empleada de la empresa Interjet en Bogotá. «Cuando se lo entregué para pasar al área de abordaje no me lo devolvió y estuve 30 minutos sometido a incisivos interrogatorios hasta que la situación se aclaró. Antes continuar el viaje, rumbo a Mérida, el agente me dijo: Tienes cara de buen chamaco».

No hubo más obstáculos en el camino. Horas más tarde Héctor arribó a su nuevo destino. Su amigo y familiares lo recibieron como un hijo más. A los pocos días comenzó a trabajar. Él no tuvo tiempo para recorrer los rincones turísticos de la ciudad, pues había que producir para mantenerse y ayudar a su familia en Venezuela. «Llegué con un capital limitado, apenas 300 dólares, que supe rendirlos al máximo».

La familia de su amigo elaboraba productos artesanales, entre ellos: helados y chamoyadas. En cuestión de días aprendió el método para que quedaran cremosos y los vendía en los mercados y ferias de la región. La jornadas de trabajo eran pesadas, se extendían de 6:00 am a 2:00am. «Dormía pocas horas y eso es parte de la vida del migrante, que por lo general trabaja más de 12 horas».

Su capacidad de ahorro hizo que reuniera la cantidad necesaria para comprar sus equipos de fotografía, una de sus pasiones. También invirtió en materiales para impulsar el crecimiento de su negocio de helados y chamoyadas.

«Recuerdo que adquirí una máquina para triturar hielo y una licuadora grande para procesar las frutas. Me fui independizando. Alquilaba un stand en las ferias y más tarde habilité un local fijo en el zoológico de la ciudad. Allí estoy los fines de semana».»

De vendedor a reportero

Mientras hacía sus helados se enteró por las redes sociales que en la televisora regional de Mérida, Sipse Televisión organizaron un casting para la selección de un presentador de noticias. Acudió a la prueba, pero no fue aceptado. La razón: aún estaba a la espera de los documentos que avalan su estancia legal en el país azteca.

Tiempo después hubo una segunda convocatoria en el canal para un cargo similar. También la perdió porque le faltaban otros documentos. Pasó un año y la televisora hizo una nueva audición. Y como diría el refrán a la tercera va la vencida, fue elegido para hacer las suplencias como narrador de noticias de la emisión de las 3:30pm.

Estar de nuevo frente a las cámaras pasó de ser una utopía a una realidad. «No lo podía creer. Me dieron el chance de narrar las informaciones más relevantes de Yucatán. El compromiso asumido no era fácil. Requería un proceso de aprendizaje sobre cómo se mueve la política y la economía de una entidad, además de memorizarme los 106 municipios de la región», cuenta.

Al terminar la suplencia. No hubo un contrato fijo con la empresa y dejó los reflectores, el micrófono y la pantallas pero no por mucho tiempo. Por las redes sociales le llegó la información a Héctor de que estaban buscando un corresponsal en TV Azteca. Hizo la audición y dos semanas después recibió la llamada de que se presentara a trabajar lo más pronto posible. Pero tuvo que retrasar mes y medio su ingreso. El pasaporte venezolano se le había vencido y requería una prórroga, por lo que tuvo que viajar a la Ciudad de México a tramitarla.

Una vez solucionado el inconveniente Héctor entró por la puerta grande a una de las cadenas televisivas más importantes del país. «Recuerdo que mi primer reporte en diciembre de 2019 trataba sobre la implementación de una nueva regulación de las licencias de conducir. Llamé por teléfono a mi mamá, le dije: viejita volví a lo mío, al periodismo de calle. La emoción al recibir la noticia, era indescriptible.  A mi madre se le quebró la voz, no pudo contener las lágrimas y las palabras de felicitaciones se hacían cortas para definir lo que quería expresar en ese momento».

Héctor no solo es el corresponsal que patea la calle en búsqueda de la noticia. También es el presentador oficial en la región de los eventos que organiza la televisora. Las grandes movilizaciones son narradas con su acento firme y seguro.

Paralelo a su exigente trabajo en el canal, él continúa su negocio de venta de chamoyadas. «Los fines de semana que no tengo guardia en la televisora, me puedes ver en el zoológico. Allí estoy cargando frutas y licuándolas para hacer esta especie de granizado que refrescan a los visitantes. He sabido manejar ambas actividades, de ellas me nutro y aprendo cada día. Hoy estoy convencido de que la clave del éxito está en la actitud, traducida en humildad y perseverancia.